POSTCRIPTUM:
No os perdáis la entrada de Óscar en su blog, ayudándonos a digerir la visita con palabras...
http://elextrados.blogspot.fr/2014/12/noches-entre-las-mil-y-una.html
Besos
jueves, 11 de diciembre de 2014
martes, 9 de diciembre de 2014
SEPTIMO DÍA: "I´M LEAVING, I´M LEAVING, BUT THE FIGHTER STILL REMAINS"
Despedida de los "molis" tempranera. Charlas ligeras de recapitulación de todo lo vivido juntos. Lo de menos es Dubai. Hemos estado literalmente "en casa", que ya sabemos que podría estar en cualquier lugar del mundo donde los brazos de nuestros anfitriones están abiertos rebosando generosidad.
Peleamos con los chavales que tratan de negar el final. Recogemos las maletas y dejamos sin poner el cañizo por falta de consenso. Tendremos que volver para ponerlo. El aeropuerto es un lugar inhóspito y frío, y la visión de los rascacielos desde el aire deja un poso ambivalente, como cuando uno se pega una comilona deliciosa y aún tiene toda la digestión por hacer. Miro a los chavales y sus rostros rebosan satisfacción, la que se acumula cuando la vida te regala gente querida que te quiere.
Volamos de regreso, y acudimos de nuevo a la playlist que nos ha acompañado toda la semana. Dejamos a los luchadores peleando por su futuro, como quien no hace nada, como quien no puede hacer otra cosa. La realidad espera al otro lado del salto, presionando urgente para hacerse un hueco, aunque ya sabemos que la realidad tiene una arista más de esas que se muestran apreciables e inolvidables, la de quienes saben que tienen un tesoro, aunque sea a miles de kilómetros en un lugar lleno de contradicciones.
Despedida de los "molis" tempranera. Charlas ligeras de recapitulación de todo lo vivido juntos. Lo de menos es Dubai. Hemos estado literalmente "en casa", que ya sabemos que podría estar en cualquier lugar del mundo donde los brazos de nuestros anfitriones están abiertos rebosando generosidad.
Peleamos con los chavales que tratan de negar el final. Recogemos las maletas y dejamos sin poner el cañizo por falta de consenso. Tendremos que volver para ponerlo. El aeropuerto es un lugar inhóspito y frío, y la visión de los rascacielos desde el aire deja un poso ambivalente, como cuando uno se pega una comilona deliciosa y aún tiene toda la digestión por hacer. Miro a los chavales y sus rostros rebosan satisfacción, la que se acumula cuando la vida te regala gente querida que te quiere.
Volamos de regreso, y acudimos de nuevo a la playlist que nos ha acompañado toda la semana. Dejamos a los luchadores peleando por su futuro, como quien no hace nada, como quien no puede hacer otra cosa. La realidad espera al otro lado del salto, presionando urgente para hacerse un hueco, aunque ya sabemos que la realidad tiene una arista más de esas que se muestran apreciables e inolvidables, la de quienes saben que tienen un tesoro, aunque sea a miles de kilómetros en un lugar lleno de contradicciones.
SEXTO DÍA: "GOD ONLY KNOWS, GOD MAKES HIS PLAN"
Apenas nos dió tiempo a pasear en el coche por Yas Marina, a la salida de Abu Dabhi camino de Dubai, donde está el circuito de fórmula uno, el parque de atracciones de Ferrari y el parque acuático más grande del mundo.
Ya de regreso en Dubai almorzamos comida india a petición de Samuel, que quería comprobar directamente cual era el acento inglés de los indios ("dida, dira, tumach mony madam..."). Otro lujo más con tandoori, curri y arroces en un paraje idílico en el Souk Madinat. Después los chicos se marcharon con Oscar al parque temático de Mordor, el único gratuito en Dubai, mientras Felisa, María del Mar y yo regresábamos en taxi a casa para descansar un rato antes de la fiesta final del viaje.
Y es que un vecino de Oscar, de profesión probador de cervezas, nos invitó a la fiesta sorpresa por el cumpleaños de su esposa. Allí pudimos departir, mayores y pequeños, con la fauna de expatriados en una agradable velada "plenty of food and drink". La música corrió a cargo de los más listos del cole. Gracias a que al día siguiente era lectivo para los chavales y a que nosotros debíamos hacer las maletas para partir supimos ser prudentes y volver de forma bípeda, eso sí, a tomar el gin tonic en la terraza de Oscar. Que los ritos son los ritos. Además teníamos que discutir sobre cómo poner el cañizo en la misma, que para una cosa que nos pide Felisa...
Con los “molis” camino
del colegio, los demás cogimos el coche para irnos a Abu Dabhi. De
nuevo clavamos las previsiones horarias para estar en la Gran
Mezquita las 10.00 AM que empezaba la primera de las visitas guiadas.
Difícil describir con palabras el espectáculo visual y emocional
que suscita esta gran obra arquitectónica. Sus 81 cúpulas y una
blancura descomunal producida por el rebote de la luz del sol sobre
sus fachadas de mármol, su perfecta simetría, su delicadeza y
sobriedad en el exterior y sus exteriores con grandes piscinas de
agua transmiten una calma y un recogimiento sensacionales.
La sala principal de
oración en la que caben siete mil personas con la alfombra más grande del mundo, con su muro orientado
a la mezquita en el que se reproducen las 99 formas de nombrar a Alá
por sus cualidades, las paredes de mármol con incrustaciones de
piedras nobles formando motivos florales y arabescos y las puertas
de cristal de Murano. Sus centenares de columnas exteriores de marmol blanquísimo también con incrustaciones de piedras preciosas formando delicados motivos florales. Sabemos que la arquitectura se ha diseñado combinando los diferentes estilos y épocas del arte islámico, con una explícita intención integradora de los distintos periodos y culturas. Importante para una perspectiva occidental e ignorante como la nuestra, concebir y entender que el islam es mucho más que la media docena de estereotipos que tenemos habitualmente como referencia, que ofrece riqueza cultural, diversidad y pluralidad en el largo recorrido de su historia.
Apenas nos dió tiempo a pasear en el coche por Yas Marina, a la salida de Abu Dabhi camino de Dubai, donde está el circuito de fórmula uno, el parque de atracciones de Ferrari y el parque acuático más grande del mundo.
Ya de regreso en Dubai almorzamos comida india a petición de Samuel, que quería comprobar directamente cual era el acento inglés de los indios ("dida, dira, tumach mony madam..."). Otro lujo más con tandoori, curri y arroces en un paraje idílico en el Souk Madinat. Después los chicos se marcharon con Oscar al parque temático de Mordor, el único gratuito en Dubai, mientras Felisa, María del Mar y yo regresábamos en taxi a casa para descansar un rato antes de la fiesta final del viaje.
Y es que un vecino de Oscar, de profesión probador de cervezas, nos invitó a la fiesta sorpresa por el cumpleaños de su esposa. Allí pudimos departir, mayores y pequeños, con la fauna de expatriados en una agradable velada "plenty of food and drink". La música corrió a cargo de los más listos del cole. Gracias a que al día siguiente era lectivo para los chavales y a que nosotros debíamos hacer las maletas para partir supimos ser prudentes y volver de forma bípeda, eso sí, a tomar el gin tonic en la terraza de Oscar. Que los ritos son los ritos. Además teníamos que discutir sobre cómo poner el cañizo en la misma, que para una cosa que nos pide Felisa...
lunes, 8 de diciembre de 2014
QUINTO DÍA: “I´D RATHER FEEL THE EARTH BENEATH MY FEET"
Conseguimos cumplir el horario previsto a pesar del madrugón
y llegamos con tiempo de sobra a la base del Burj Khalifa. Sólo con dudas
acerca del estado de consciencia de “moli-one” que no parecía seguir bien el
hilo de las conversaciones. También conseguimos meternos los nueve en el mismo
ascensor y esta vez María del Mar no se dedicó a los paseos verticales. Así que
de repente nos encontramos en una terraza a gran altura con una panorámica de
360º. Para variar volvimos a tener toda la suerte y el día estaba despejado.
Creo que aún no he mencionado la particularidad de la luz en este lugar. El
cielo ha estado descubierto todos los días de nuestra visita, pero aún y cuando
no hay nubes visibles se aprecia una especie de calima, como si se aplicara un
ligero filtro translúcido a toda nuestra visión. Es por la arena del desierto
que la supongo en suspensión permanente. Según dicen, tras tormentas de arena
el filtro se oscurece y opaca, aunque nosotros hemos tenido todos los días
tranquilos. Pues bien, desde lo alto del Burj Khalifa, curiosamente la claridad
era mayor hacia el norte que hacia el sur. Hacia el norte podíamos observar
incluso el skyline de los edificios del emirato contiguo a Dubai, Sharja. Sin
embargo hacia el sur costaba distinguir los edificios de la Marina o la propia
Palm Jumeirah, sobre todo al principio, porque en la hora escasa que estuvimos
arriba se fue despejando. Se aprecia una vista de la ciudad espectacular, esa
en la que el conjunto de rascacielos del Down Town (tampoco he hablado de la querencia
de esta gente por denominar a sus barrios con los nombres bien conocidos de
otras mega urbes) se ven desde arriba y parecen edificios pequeños, o la visión
de las filas de coches que parecen de juguete.
Impresionante la velocidad del ascensor que en poco más de
un minuto asciende los 120 pisos. También impresionantes las imágenes de la
construcción en todas sus fases de la exposición que decora los pasillos de
acceso.
Después paseamos un rato por el Dubai Mall, dejando a los
chicos que se autogestionaran un aperitivo mientras nosotros disfrutamos de un café
en la terraza de la tarde anterior. Por supuesto, como no podía ser de otra
manera en el centro comercial más grande del mundo, Dieguete –elchicomasfuertedelcolegio-
nos llamó para decirnos que Samuel y Nacho se habían perdido. Como tardamos
casi veinte minutos en llegar donde estaban, ya habían regresado. No se habían
perdido, sino que los cinco habían estado entrando en las tiendas de Chanel,
Gucci etc… a ver quién encontraba el artículo con el precio más desorbitado.
Almuerzo en casa y por la tarde noche paseo por el Jumeirah
Beach Residence en la Marina, con su paseo marítimo y multitud de restaurantes
de todo tipo. Curiosa zona de playa dedicada al ocio y rodeada de los
rascacielos con los mejores hoteles (Sheraton, Hilton, etc…) y con gran
cantidad de edificios de apartamentos de todo tipo. A Felisa le gusta la
Marina.
Regresamos a hora prudencial, no sólo por el madrugón con
que empezó el día, sino porque al día siguiente los “molis” tenían que ir al
colegio. No es que en Dubai sólo tengan clase un día a la semana, es que
coincidieron los días festivos de la independencia con el fin de semana, a los
que se sumó el domingo extra por causa de nuestra visita.
domingo, 7 de diciembre de 2014
CUARTO DÍA:
“STILL CRAZY AFTER ALL THESE YEARS”
Amanecemos aún con el buen sabor del recuerdo de la visita
al desierto. Tarde pero satisfechos. Casi sería mediodía cuando salimos de
casa.
Atravesamos de nuevo la ciudad para ir al barrio de Al
Karama, donde se encuentran decenas de tiendas con especializadas en todo tipo
de objetos copiados. Ropa, bolsos, material deportivo, relojes, gafas de sol y
muchas otras cosas de marcas mundialmente conocidas pero falsificados, copias
de alguna forma ilegal de todo tipo de cosas. Cada vez que he visto en Madrid a
vendedores ambulantes con estas falsificaciones tan conseguidas y a precios tan
irrisorios me pregunto cómo funciona este negocio. Aún sigo sin saberlo, pero
sorprenden varias decenas de tiendas ofreciéndote cualquier cosa. Supongo que a
las grandes empresas propietarias de estas marcas no les gustará demasiado que
existan este tipo de establecimientos, pero el hecho de que existan de forma
tan pública y consentida me confunde. Al fin y al cabo, pienso, lo que guía
este tipo de consumo no es más que tratar de conseguir obtener objetos
reconocibles por sus marcas a precios mucho más bajos ¿no se trata de un
mercado paralelo al fin y al cabo?
El problema es que nos habían advertido de que había que
regatear hasta conseguir la mitad del primer precio. Los “moli men” se quedaron
en casa estudiando y Felisa nos acompañó. Apenas nos detuvimos a comprar unos
detalles y unas deportivas para los chavales, pero las habilidades en el
regateo cuando uno no sabe lo que realmente debe pagar ni lo vive como un
apasionante juego son limitadas. Con más dudas que certezas nos conformamos con
pagar lo que en Madrid sería un precio-chollo sin estar seguros de nada más.
Como salimos tarde, tardamos en encontrar el lugar y allí nos entretuvimos nos
dieron las cuatro de la tarde sin haber comido. Del mercado de las copias
fuimos al “mayor centro comercial del mundo”, el Dubai Mall, donde todas las
marcas tienen sus mejores tiendas y productos. Y decir “todas” no parece una
exageración. Creo que podrían sortear un buen premio a quien fuera capaz de
decir un objeto que no pudiera comprarse allí. Un centro comercial
mastodóntico, donde el ticket que te ofrecen cuando aparcas, no es para
abonarlo (allí es gratis) sino para indicarte en qué lugar has aparcado, de tan
fácil que es allí perderse tratando de buscar tu coche.
Nuestro propósito no es comprar. Queremos comer algo rápido,
dar un paseo para saciar la curiosidad y ver el espectáculo de música y agua
famoso en el pequeño lago artificial que franquea el centro comercial por su
extremo este. Se trata de una amplia terraza justo en la base del Burj Khalifa,
el edificio más alto del mundo con 828 metros. Al menos hasta que en los dos
próximos años finalicen el proyecto siguiente, que los superaría según está
proyectado. Los espectáculos que vimos fueron bonitos, el primero de música
tradicional árabe cuya coreografía recordaba tanto las danzas típicas como las
curvas y movimientos que sugieren la caligrafía árabe. El segundo, más escueto
y recio, con el himno nacional de los Emiratos Árabes.
El centro comercial es lugar de reunión y de paseo de mucha
gente. Estuvimos un buen rato esperando la llegada de los “molis” en la puerta,
que se convierte en una especia de pasarela de vehículos de lujo, donde la
ostentación parece una virtud a juzgar por la naturalidad con que la gente convive
con ella, motores potentísimos avanzando a una lentitud contradictoria, casi
como contoneándose ante las miradas y los móviles que tratan de retenerlos en
sus electrónicas retinas. No estoy seguro de si suscitan más admiración o
envidia, si es que ambas cosas son fácilmente discernibles. A mí me parece
estar viendo una película del absurdo, surrealista e incomprensible.
Miles y miles de peatones, entrando y saliendo
constantemente de aquella gigantesca puerta, en sábado por la tarde o sea en
horario festivo de máxima ocupación. Muchas personas con las vestimentas
locales, muchos de ellos con mujeres que les siguen permanentemente a una
distancia de cinco o diez pasos, vestidas con sencillas ropas occidentales pero
con mangas largas en pantalones y sudaderas a pesar del calor asfixiante, la
mayoría de raza india u oriental. Las que salen cargadas con las bolsas de las
compras, las que entran con las manos aún vacías y la mirada baja. Nos cuentan
algunas cosas respecto de este personal de “servicio” que nos escandalizan, no
sólo de locales, también en algunos casos de expatriados que encuentran en el
maltrato y las vejaciones una costumbre adquirible, tal vez porque su poder
adquisitivo parece igualarles. Existe esa élite global de la que hablan muchos
sociólogos, aquí explícitamente visible. Dubai es un gigantesco mercado para
sus finanzas y para sus negocios, y el Dubai Mall parece el lugar adecuado para
sus caprichos.
Cartier, Dolce Gabana, Louis Vuiton, Dior, Yves Sant
Laurent... infinidad de esas marcas (no se me ocurrió ninguna que no encontrara
en el directorio) tienen aquí enormes tiendas con espectaculares escaparates y
elegantes dependientes. Dentro del centro comercial están las Galerías
Lafayette y también Bloomendale´s, una pista de hielo, un gigantesco acuario
una de cuyas piscinas se muestra como entretenimiento en uno de los pasillos
donde uno puede hacer un respiro entre tienda y tienda observando tiburones,
rayas y cientos de peces yendo de un lado a otro. Entre lo que no vimos nos
hablan de un parque con atracciones, un simulador de vuelo de la compañía aérea
local y otras muchas cosas. Sí vimos los últimos modelos de Iphone con carcasas
fabricadas en oro puro y brillantes.
Regresamos a casa. Nos dividimos y algunos pudimos regresar
en el metro, que también pasa por ser el metro más moderno del mundo, aunque no
sé explicar el porqué de esta denominación, algo dicen sobre que no lleva
conductores, pero no sé. 29 minutos de trayecto para recorrer 13 estaciones de
un metro nuevo y confortable. Descaradamente limpio como todos estos espacios
públicos (en el centro comercial, tras muchas de las enormes puertas giratorias
y correderas, todas de cristal, encontramos personal con el uniforme del centro
con una gamuza en la mano que se preocupa de pasarla y mantener las puertas
impolutas constantemente). Cogimos billetes de clase “regular”, existe también
la “Gold class” que tienen vagones reservados en cada convoy. Se trata de un
metro cuyas estaciones están diseñadas por Norman Foster, creo, y cuyo trayecto
se suspende elevado una decena de metros sobre nuestra famosa Sheak Zhayed
acompañándola en gran parte de su travesía de la ciudad. Las estaciones
recuerdan a los caparazones de algunos insectos. Ofrece otra visión del
atestado tráfico de esta ciudad permanentemente en construcción. El desafío de
las infraestructuras para más de dos millones de habitantes en una ciudad
pensada para transitarla en vehículo privado parece descomunal. El metro no va
ni mucho menos atestado, pero lleva una considerable ocupación. Al llegar a
nuestro destino, la parada del centro comercial Ibn Batuta (Óscar vendría a
recogernos allí, puesto que la urbanización aún está a otros 10 minutos en
coche) veo por primera vez autobuses públicos de línea, distribuidos en varios
andenes recogiendo a gran parte de quienes vinieron con nosotros en metro.
El litro de gasolina cuesta 1,70 Dirham (0,35 euros aprox.)
pero los depósitos se vacían con celeridad: las enormes distancias, la
obligación de realizar muchos trayectos cotidianos en vehículo, el predominio
de vehículos de alta gama y todoterrenos así como la práctica inexistencia de
vehículos diésel (me dicen que apenas hay dos surtidores de gasóleo en toda la
ciudad) hacen que estemos ante un elevadísimo consumo de gasolina por
habitante. En el supermercado nos colocan las compras en bolsas de plástico sin
cargo ni límite alguno como se hacía en nuestro país hasta hace bien poco.
Tampoco existen facilidades para el reciclaje ni la separación de residuos
domésticos. Pienso que tal vez la inmensidad del desierto y la sensación de “milagro”
al haber conseguido reproducir y superar los espectaculares logros
arquitectónicos y de consumo de las grandes urbes, hace que aquí parezcan estar
lejísimos de cualquier consciencia sobre la finitud de nuestros recursos y de
las consecuencias que esto tiene para la supervivencia de nuestra especie. En
esto me parece estar en uno de los países más atrasados del mundo.
Cenamos algo ligero en casa después de disfrutar de la
preparación colectiva tanto de la cena como de la comida del día siguiente.
Todo con la música de fondo de S&G en aquel directo del Central Park
neoyorquino hace más de 35 años. “Still crazy after all these years…” pienso
que no sólo se refiere a nosotros que nos encontramos aquí, sino a toda la
humanidad.
Gin tonics, y a la cama. Que mañana toca madrugar porque
subiremos al piso 120 del Burj Khalifa.
sábado, 6 de diciembre de 2014
TERCER
DÍA: “AND THE MOON ROSE OVER AN OPEN
FIELD”
A la tercera fue la vencida y conseguimos ponernos en marcha
lo suficientemente temprano para lo que sería un día lleno de aventuras y
experiencias. Comenzamos por una visita a los alrededores del Burj Al Arab,
según nos dicen el único hotel de 7 estrellas del mundo, que se erige sobre una
isla artificial con su original perfil que recuerda a una vela desplegada.
Aunque aún era temprano el sol apretaba con fuerza y el reflejo sobre la arena
blanca apenas permitía tener los ojos abiertos. Intentamos entrar en el recinto
con nuestro vehículo pero parece que no había descuentos para familias numerosísimas…
Así que nos conformamos con un agradable paseo por el Souk Madinat, un cuidado
centro comercial construido manteniendo el tipo de construcciones y callejones
propios de los zocos tradicionales. Es decir, todo como el primer día pero un
poco de cartón piedra. Multitud de restaurantes y tiendas a la orilla de un
bucólico lago artificial, al otro lado del cual se aprecian las habitaciones de
un precioso hotel. De ahí de nuevo al coche y fuimos hasta el hotel Marriot
Dubai, justo frente a la playa del día anterior con el objeto de subir al
mirador del piso 52. Mar se entretuvo en el ascensor y se le cerraron las
puertas lo que le tuvo un rato viajando en vertical por el edificio, aunque al
final pudo llegar a observar la vista desde las alturas de la Palm Jumeira, esa
isleta artificial con forma de palmera plagada de urbanizaciones y coronada en
su extremo por el hotel Atlantis, hasta allí fuimos y nos detuvimos un rato
frente al malecón que daba al Golfo.
Para cumplir el plan establecido en el cuaderno de Felisa
(por cierto, a estas alturas ya había desaparecido y sigue en paradero desconocido)
había que comer algo rápido y ligero para salir a pasar la tarde en el
desierto. Así que cerca de casa, nos tomamos unos kebabs y cargamos el coche
con toda celeridad. Tanta que por poco dejamos la carne para la barbacoa en la
nevera y nadie nos acordamos de coger la sal.
Apenas 60 Km hacia el sur por una carretera jalonada durante
los primeros tramos a ambos lados por más construcciones de grandes
urbanizaciones, uno piensa hasta dónde llegarán los planes de ampliación del
número de habitantes, o si se tratará más bien de esa compulsiva forma de hacer
negocio con el ladrillo que tan familiar nos resulta. Pronto alcanzamos la
puerta del desierto, una última rotonda y estamos en una pista aún asfaltada
desde la que se extienden mares de dunas hasta el horizonte. Aún nos adentramos
hasta encontrar un lugar que resultó ser magnífico. Las sensaciones son
indescriptibles, dan tantas ganas de subir y bajar dunas corriendo o rodando
como quedarse quieto a escuchar los “sounds of silence”. Tratamos de reunir
suficiente leña seca de los escasos cuatro árboles que nuestra vista alcanzan y
nos preparamos para el acontecimiento. Desde la duna más elevada observamos
extasiados la puesta de sol mientras que a nuestra espalda la luna casi llena
comienza a elevarse.
Después música, fogata, y por fin a estrenar las barbacoas
portátiles de un solo uso que Oscar había conseguido. Aunque el sol ya se había
puesto, la imagen del desierto con la claridad de la luna iluminaba nuestro
improvisado campamento con generosidad. No fuimos capaces de hacer funcionar
las barbacoas, apenas logramos asar unos sawharma y unas salchichas, rebozadas
de arena gracias a que los chavales no sabían estarse quietos. Daba igual,
guardamos la mejor carne para otra ocasión y allí nos quedamos contemplando la
inmensidad, recorriendo una y otra vez aquellas dunas y comprobando la agilidad
de los chicos en sus saltos y en sus carreras por aquél sube-baja de arena
fina, móvil, inmensa.
Ya tarde decidimos que era hora de regresar, pero el coche
había decidido quedarse allí mismo donde le habíamos dejado, junto a la duna.
Las ruedas patinaban y rodando sobre la fina arena se enterraban sin conseguir
que avanzaran una pulgada. Momentos de preocupación y tensión. Finalmente
utilizamos las sillas plegables para calzar las ruedas y conseguimos desenterrarlo
y salir con otra aventura en la mochila.
No perdonamos nada, aún maravillados con lo que habíamos
visto, volvimos a la barbacoa del jardín de Oscar y liquidamos aquellos lomos
de carne sudafricana y australiana que supieron a gloria ya pasada la
medianoche. Día completo.
viernes, 5 de diciembre de 2014
SEGUNDO
DÍA: “CAN YOU IMAGINE US YEARS FROM TODAY?”
Pues sí, se puede beber alcohol en Dubai. Al menos en casa
de Oscar, porque él tiene el “carnet de borracho” como dicen los chavales. Un
documento que le autoriza a comprar bebidas alcohólicas en los pocos
establecimientos habilitados. A la noche iríamos a uno buscando una botella de
ron, pero cerraba a las 21h y ya era más tarde, la puerta recordaba a aquellas
salas de cine X que en los años ochenta se pusieron de moda, sin escaparates ni
exhibiciones exteriores y varios carteles advirtiendo de las restricciones.
El segundo día sería de playa, acudimos a uno de los
numerosos clubes privados en La Marina, donde los grandes edificios de
apartamentos se suceden y se agolpan sobre un canal y a lo largo de la costa,
donde muchos “famosos” tienen su residencia (al menos la fiscal).
Allí bebimos cervezas, patéticamente sentados frente a la
barra de la piscina, con la línea del agua sobre nuestras barrigas, rodeados
por una panda de británicos de esos que se lo toman como si no hubiera mañana.
Gracias que las conversaciones dan al menos para ponernos al día tanto como
para recordar viejos tiempos. Los chavales se bañaron sin piedad, en la piscina
y en la playa contigua. Los mayores casi hasta reventar el jacuzzi y los pequeños tratando de agotar la paciencia de los miembros de seguridad.
Poco más. Descansamos, disfrutaron y volvimos muchas veces la espalda al mar para observar el impresionante paisaje de edificios...
A la salida del ostentoso hotel en el que se encontraba el
club montamos el espectáculo ante los aparcacoches y demás empleados… los nueve
en un vehículo y un asiento rebelde que no se mantenía en posición nos puso de
los nervios, hasta que “moli one” siguió las complejas instrucciones de Óscar: “no
lo toques”. Regreso a casa con la intención de salir a pasear por otra zona que
finalmente derivó en una tranquila cena en casa. Previamente fuimos al mall más
cercano, el “Ibn Batuta”, a comprobar el tamaño mastodóntico que aquí se dedica
al culto de comprar. Y no eran ni el Dubai Mall (el más grande del mundo) ni el
Mall of the Emirates que pasa por ser el tercero en tamaño.
Llama la atención las muchísimas personas que trabajan para
los servicios en torno a los impresionantes hoteles, clubes, restaurantes, etc…
miríadas de personas pendientes del servicio de quienes los utilizamos. Los
costes salariales deben ser bajos por fuerza. En los recorridos por las calles
de la ciudad, siempre en coche, a menudo se observan autobuses y microbuses que
llaman la atención por su antigüedad y su ausencia de aire acondicionado, son
los transportes de los trabajadores de la construcción, que deben ser de los
más numerosos a juzgar por la fiebre constructora evidente se mire a donde se
mire, y los peor tratados en sus condiciones según cuentan numerosos informes
de organizaciones internacionales. Apenas hace un decenio que se empezaron a
permitir organizaciones sindicales, aún limitadísimas en su capacidad de
representación, completamente inútiles como interlocutores para la negociación.
Uno no puede dejar de pensar constantemente cómo se vive en
un territorio donde las libertades civiles y políticas más elementales brillan
por su ausencia, al menos en lo que a nuestra perspectiva occidental se refiere.
Nos enteramos por ejemplo que aquí las cónyuges de los expatriados que tienen
visado de trabajo deben ser “esponsorizadas” por sus respectivos maridos, lo
que se traduce en que necesitan permisos explícitos de estos para múltiples
cuestiones que no pueden considerarse sino como derechos fundamentales de las
personas. También nos cuentan que existen numerosos mecanismos, más o menos
oficiales, por los que se controlan y se cuidan muchas costumbres. Son
habituales los carteles en las entradas de los establecimientos en los que se
indica la obligación de vestir ropa adecuada y la prohibición de mantener
comportamientos explícitamente efusivos en público. Cualquiera puede denunciar
a cualquier persona por lo que considere un comportamiento inadecuado.
Aun así, Dubai pasa por ser el lugar con mayor relajación de
costumbres desde la perspectiva del Islam en toda la zona, me imagino que desde
otros países y emiratos de la península se le considera una especie de hijo
joven, acelerado y algo descarriado. La vida aquí para un occidental no resulta
excesivamente incómoda desde el punto de vista de la aceptación de las
costumbres. Sin duda mucho más para las mujeres, pero la situación, así nos
dicen, es mucho más llevadera que en aquellos otros lugares.
Estos días posteriores a la celebración de la independencia
llaman la atención la cantidad de banderas en las casas y en los edificios, en
muchísimos vehículos decoraciones con los rostros de los jeques y los colores
de los emiratos. Proselitismo popular y nacionalismo explícito y al parecer orgulloso.
Desde la piscina nos sorprendió un espectáculo aéreo de siete aviones (uno por emirato) que estuvieron cerca de un cuarto de hora realizando acrobacias sobre la playa desprendiendo los colores nacionales.
Este no deja de ser un lugar de emigración, apenas el 17% de la población es
autóctona, destacan las colonias de indios y pakistaníes, y otras también
importantes tanto procedentes del cuerno de África como del oriente más lejano,
como filipinos y malayos. Es relativamente habitual toparse con enormes
séquitos de “locales”, todos con sus inmaculadas “khanduras” y ellas con sus “abayas”
negras, miembros más o menos cercanos de la familia del jeque. En su porte, en
sus miradas y en sus gestos se puede apreciar que se mueven por un territorio
que les pertenece.
jueves, 4 de diciembre de 2014
VIAJE Y
LLEGADA: “LOOKING FOR FUN AND FEELING GROOVY”
El viaje
transcurrió sin incidentes, puntualidad, amabilidad y profesionalidad. Buen
tiempo así que pusimos buenas caras. Además en el avión escojo (podía ser de
otra manera?) la playlist de Simon and Garfunkel.
Felisa nos recogió
en el aeropuerto y la emprendimos por la Sheak Zhayed, una calle de más de 70
Km con seis carriles que atraviesa Dubai de norte a sur. Edificios enormes,
muchos rascacielos, se alzan a ambos lados sin solución de continuidad. Uno
piensa en un bote lleno de lapiceros cuyas puntas miran hacia cielo
entrecruzadas, en una especie de desorden que hace imposible distinguirlos unos
de otros. Aquí una lista de algunos de los rascacielos (http://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Rascacielos_en_Dub%C3%A1i). Apenas distinguimos algunos mas significativos
que otros, y por supuesto la aguja del Burj Khalifa, que sobresale
descaradamente sobre el resto. No hay aceras, no hay gente caminando por las
calles, solo miles de vehículos rodando. Estamos ante una de esas ciudades
pensadas por y para el tráfico rodado, como tantas otras que pueden verse en
cuanto se sale de la vieja Europa.
La ciudad-estado
es así, al este la costa y al oeste el desierto, la lengua se extiende hacia el
sur desde la entrada de la ría, el Khar Dubayy, en cuyos alrededores se
conocieron los primeros asentamientos y se forjaron las primeras rutas
comerciales. Inmediatamente comprobamos
con nuestros ojos que era cierto aquello que leímos: Dubai es la ciudad con más
grúas de construcción del mundo. La ciudad sigue viviendo de la promesa de su
propia ampliación, incansablemente, obras y obreros en cualquier dirección a la
que miremos. Y eso que, nos advierten, aterrizamos en día festivo, se celebra
el 43 aniversario de la creación de los Emiratos Árabes Unidos, el final del
protectorado británico, el día de la patria. “Celebrando 43 años haciendo lo
imposible” reza un inmenso cartel con el rostro magnánimo y sonriente del jeque.
Los chavales se
reencontraron como siempre, como si se vieran a menudo o como si hiciera poco
que se habían visto. Ya estaban los cinco charlando, compartiendo juegos y
cruzando bromas. Nuestros anfitriones viven en una bonita casa, impensable en
nuestro entorno de Madrid, pero sencilla después de todo. A los primeros
expatriados de la compañía les dieron casoplones espectaculares, estas últimas
hornadas son más normales. El único problema es que la urbanización no está
terminada, no hay aun piscina ni pistas deportivas ni zonas comunes de
esparcimiento y entretenimiento. Y está lejos del aeropuerto, del centro, de
los barrios con más vida social y comercial. Literalmente linda con el
desierto, ese al que la lengua de la expansión sigue comiéndole terreno. Hoy
por hoy es una especie de confín, tal vez pronto dejara de serlo. La acogida
también literalmente como en casa. Descansamos un rato a pierna suelta.
PRIMER DÍA:
OBSERVATORIO MICROECONÓMICO
La tarde la
dedicamos a nuestro primer paseo por la ciudad, que resulta en un observatorio
microeconómico, porque atravesaríamos la ciudad dejando de lado todos los rascacielos
y las zonas más célebres de Dubai obviando los atractivos turísticos, comerciales
y financieros. Serán para otro día. Vamos hasta los orígenes geográficos de la
ciudad (de nuevo la Shaek Zhayed, ahora de sur a norte) para llegar hasta el
Creek y allí recorremos las dos orillas. Al sur “Bur Dubai” y al otro lado el
barrio de Deira. En el primero han restaurado con gusto y sencillez un conjunto
de casas antiguas, según la costumbre y la sencilla arquitectura bereber, plantas
cuadradas de mampostería de adobe con piedras de coral sin apenas vanos al
exterior, con grandes patios centrales al que desembocan todas las estancias de
la casa. Al observarlas se hace tan evidente la influencia árabe en Andalucía,
recuerdan tanto a los patios cordobeses. Probablemente el símbolo más característico
de estas construcciones sean sus torres de viento, sistema artesanal para
procurar corrientes de aire fresco en el interior de las casas que actualmente
constituyen un símbolo de aquellas construcciones originarias.
Son tal vez una
docena de manzanas restauradas, pero ya no como viviendas habituales sino
dedicadas a la hostelería, a pequeños museos, a galerías de arte etc. Nos
comentan que esta zona apenas tiene visitas ni atrae al ingente turismo que
aterriza habitualmente en Dubai. Las calles están prácticamente desiertas y el
paseo por ellas es como transportarse a otra época.
Allí somos
conscientes de la enorme influencia persa en esta parte de la península
arábiga, que se expresa en los talleres artesanos de iraníes en los que nos
enseñan cómo se realizan cajas con huesos de camello y preciosos adornos en
forma de platos y vasijas de cobre cuyo tratamiento remite a conocimiento
milenario transmitido durante generaciones. Trabajo productivo, con las manos y
la paciencia. Ya saliendo escuchamos por primera vez el llamado a la oración
procedente de la próxima mezquita.
De ahí
atravesamos el zoco de las telas, donde cuando nos quisimos darnos cuenta
estaban cuatro de los chicos vestidos con las khanduras blancas y sus correspondientes pañuelos rojos y
blancos. Conseguimos sacarles de allí sin comprarlos y sin mayores problemas,
la amabilidad y la atención de los comerciantes es destacable. Pashminas,
telares, khanduras, abayas (los vestidos negros que utilizan las mujeres en
contraste con la blancura de las khanduras masculinas) a buen precio y sin
aglomeraciones. Se trata de un zoco
normal, nada que ver con los impresionantes y gigantescos malls que nos esperan
los próximos días, hoy estamos rodeados de pequeños comerciantes, de cientos,
miles de tiendecitas que se disputan el paso de los visitantes.
La sensación de
barrio popular se multiplica definitivamente cuando tras atravesar el Creek en
una de las barcas-taxis utilizadas por toda la población local desembarcamos en
la zona más popular y tradicional del Dubai original, el barrio de Deira, donde
recorremos el zoco del oro y el zoco de las especias.
De nuevo calles estrechas
y laberínticas con tiendas minúsculas que sacan parte de sus productos a las
calles y gente vendiendo en las mismas, ofreciendo cualquier cosa con
insistencia y educación. Allí nos encontramos con el anillo de oro más grande
del mundo, y paseamos entre olores de sándalo, aceites y todo tipo de especias.
Regresamos en el
taxi y de ahí para casa. Deseando llegar para encontrarnos por fin con el
culpable principal de nuestra estancia en Dubai. En su casa ya nos está
esperando después de su jornada laboral. Allí abrazos, probamos su barbacoa, y
en su jardín nos miramos continuamente alucinados con encontrarnos esta vez
allí. ¿Quién lo hubiera dicho? Apenas nos dio para tratar de planificar lo que haríamos los días
siguientes. Suerte que Felisa puso orden con su cuaderno.
Acabamos el largo
día tarde, tan tarde que los chicos ya habían caído derrotados, en realidad
para nosotros el día había empezado un día antes con la amanecida en Madrid, y
cuando quisimos encontrar el ordenador para poneros al tanto de este nuestro
primer día, resulta que no lo encontrábamos. No sabíamos si por causa de las
tres horas de jet lag, o por los gin tonics. Tuvimos que acostarnos y por eso
hemos tardado en contaros.
martes, 2 de diciembre de 2014
¿SIMON AND GARFUNKEL EN EL DESIERTO DE ARABIA?
¿Cómo es posible que esté a punto de pasar una semana con mi familia en Dubai? ¿Uno de los lugares del mundo que se ponen de ejemplo por su constante y elevado crecimiento económico, junto con Singapur y Hong Kong, aunque sus condiciones democráticas no sean precisamente las mejores? ¿Uno de esos lugares que "parecen el futuro" por sus espectaculares construcciones?
Hay quien me ha preguntado cuando dije que iríamos a Dubai: ¿Te has pasado al lado oscuro? ¿No sabes que es el lugar con más consumo de agua y más emisiones de CO2 per cápita de todo el planeta? ¿Es que estás metido en la repentina caída del precio del petróleo de los últimos cuatro meses? ¿Es que vas a explorar las posibilidades de fundar un sindicato entre los maltratados trabajadores de la construcción?
En fin, iremos desvelando el verdadero motivo del viaje, para darle emoción. De momento iremos contando lo que vamos viendo y pensando. Estos días previos, me preocupaba más que nada que los chavales fueran conscientes del privilegio que tenemos sólo por disponer de esta oportunidad. Que supieran algo de Dubai, también al menos de alguna de sus principales contradicciones... les preparé esta breve y chapucera presentación que os dejo aquí....
https://prezi.com/gsvekw3jrxhw/nos-acercamos-a-dubai/
¿Cómo es posible que esté a punto de pasar una semana con mi familia en Dubai? ¿Uno de los lugares del mundo que se ponen de ejemplo por su constante y elevado crecimiento económico, junto con Singapur y Hong Kong, aunque sus condiciones democráticas no sean precisamente las mejores? ¿Uno de esos lugares que "parecen el futuro" por sus espectaculares construcciones?
Hay quien me ha preguntado cuando dije que iríamos a Dubai: ¿Te has pasado al lado oscuro? ¿No sabes que es el lugar con más consumo de agua y más emisiones de CO2 per cápita de todo el planeta? ¿Es que estás metido en la repentina caída del precio del petróleo de los últimos cuatro meses? ¿Es que vas a explorar las posibilidades de fundar un sindicato entre los maltratados trabajadores de la construcción?
En fin, iremos desvelando el verdadero motivo del viaje, para darle emoción. De momento iremos contando lo que vamos viendo y pensando. Estos días previos, me preocupaba más que nada que los chavales fueran conscientes del privilegio que tenemos sólo por disponer de esta oportunidad. Que supieran algo de Dubai, también al menos de alguna de sus principales contradicciones... les preparé esta breve y chapucera presentación que os dejo aquí....
https://prezi.com/gsvekw3jrxhw/nos-acercamos-a-dubai/
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